¿El Quijote y yo?

Autor/a: Pedro Antonio Jiménez. Bibliotecario.
Guardado en Vivencias personales 23/abr/05 01:33

Como otros autores de la bitácora, también leí el Quijote de pequeño: después de hacer la Comunión; en torno a los 8 años. Mi hecho diferencial es que llegué a él porque quise, sin imposiciones. Me lo regaló mi tío Antonio en aquel, entonces, importante acto y me apeteció.

Debo tenerlo todavía en alguna caja. Es una edición de la colección Austral de Espasa-Calpe y tenía un olor que todavía recuerdo. El pobre está hoy tostado de tantos años, tiene el reflejo de la vida que ha ido pasando: luz, humo de tabaco, polvo, cambios de domicilio, manos, miradas, recuerdos... Todavía conserva la sobrecubierta. En algún lugar he leído que la biblioteca particular es la biografía o, al menos una parte de ella, de su dueño. Este libro debería estar en la zona de "reserva" de mi biblioteca. ¡Lo quiero!.

Después de aquella primera lectura que sí me gustó (¡cosas de niños!), esporádicamente y a trozos volví a leerlo. Pasaron los años y he ido comprando otras ediciones que de forma intencionada mejoraran formalmente aquella letra pequeña y apretada. Incluso para darme el gustazo de leerlo reposadamente y a mis anchas pude comprar hace también (¡qué le vamos a hacer!) muchos años y con mucho sacrificio una edición facsímil en rústica de la edición de Joaquín Ibarra (S. XVIII), realizada por la Editorial Turner. En ella el Quijote se lee volando. Las dos imágenes (la capitular y la página de inicio del Capítulo Primero) son de esa edición. Si queréis conocerla mejor, de forma muy breve y gráfica, os recomiendo la reseña en el web de Juan Martí nez-Val.

¿Qué me pasa con el Quijote? Es la novela inagotable, son personajes, son viajes, es aventura, es literatura, es lengua, son costumbres, es libertad, es la santa locura, es la cordura, es honradez, es solidaridad... si juntamos todo, aunque sea del siglo XVII, define una forma de ser hombre a la que no renuncio, aunque, claro, ya comienzo a conocer mis limitaciones.

Este año..., o el que viene, escogeré un buen rincón, elegiré mi música y, sentado cómodamente, cogeré el Ibarra y volveré a leerlo.

Una muy pequeña muestra del sabor que tiene la lectura en El Quijote ibarrense (imagen reproducida del web www.juanval.net):